“¿El lenguaje incluyente ayuda a evitar la discriminación sexual, racial, étnica o social? (…) La respuesta es no”. Bajo esa provocadora premisa se presentaba a los estudiantes de UW la conferencia de la Dra. Concepción Company Company, lingüista y escritora, investigadora emérita de la Universidad Autónoma de México (UNAM) e integrante de la Academia Mexicana de la Lengua. Estos planteamientos no eran nuevos. La prestigiada académica ya los había compartido en México, donde se ha posicionado como una de las más vocales disidentes a las transformaciones lingüísticas promovidas desde los movimientos feminista y LGBTQI+.
En la exposición, que se llevó a cabo el 10 de diciembre, Company Company aclaró de entrada que ella es feminista, pero que considera que el debate acerca del lenguaje inclusivo (ella prefiere el término “incluyente”) solamente “invisibiliza los problemas de fondo”, sin que se produzca ningún cambio social. A su juicio, el uso de esta variante lingüística sirve más para aplacar conciencias que para terminar con la discriminación hacia las mujeres y otras identidades sexogenéricas.
La académica mexicana basó sus argumentos en una extensa revisión histórica de las lenguas del mundo y, en particular, del español. La mayoría de las lenguas no tienen marcas de género, aseguró, mientras que otras tantas tienen más de dos. Además de esto, una gran mayoría de las lenguas del mundo no poseen escritura (97%), por lo que estarían marginadas de algunas grafías del lenguaje inclusivo que rompen con la oralidad (latinx, latin@). “Si la mayoría no escribe, ¿entonces no tienen derecho a la equidad?”, se preguntó Company Company.
Respecto a nuestra lengua, la filóloga indica que si bien el español posee marca de género, tiene una gramática no binaria, pues no todas las palabras terminadas en “a” son femeninas (por ej., el mapa) y no todas las palabras en “o” son masculinas (la mano). También existen términos de género común (él/la comerciante) y de género ambiguo (Juan es un/una lacra).
El lenguaje inclusivo propone distintas estrategias para eliminar el “sesgo patriarcal” del español, pero Company Company considera que atentan contra la “economía del lenguaje”, pueden resultar ambiguas en ciertos contextos y vienen dictadas “desde arriba”, por una elite intelectual que busca imponer una jerga que al común de los hispanoparlantes resulta antinatural: “Los cambios desde abajo son lo que suelen ser exitosos. Este es un cambio en proceso, pero la historia de la lengua indicaría que no debería tener éxito”.
Company Company reconoce que esta presión social por extender el uso de un lenguaje inclusivo sirve como soporte de identidad para las mujeres y las minorías sexogenéricas, sin embargo, apunta a que se deben buscar formas menos “elitistas”, como el uso de abstractos o colectivos (por ej.: el profesorado, la juventud, la presidencia, las personas gestantes).
“No quiero que me incluyas solo por ser mujer, pero tampoco que me excluyas”, concluyó la académica, hacia el final de su ponencia.
Por Francisco Siredey Escobar